lunes, 2 de noviembre de 2015

Gotas de agua.

A veces, cuando llueve, me quedo mirando por la ventana. Observo como cada gota de agua cae y se desliza por el cristal para finalmente acabar deshaciéndose. Es entonces cuando me doy cuenta de que las personas son como gotas de agua; aparecen de la nada, se quedan durante un tiempo, y acaban yéndose, desapareciendo de nuestra vida. Somos como gotas de agua, débiles, frágiles, preciosas.
Hay tantas cosas que me hubiese gustado decirte, pequeña gota de agua, tantas cosas que compartir contigo, tantos momentos. Pero el tiempo no es eterno, ni las gotas de agua, ni las personas. Me gusta pensar que nosotros tuvimos una preciosa historia de amor, pero sé que no es así, me gusta imaginarme que éramos esa pareja que siempre ríe, sí, esa pareja que va al cine, que van de picnic bajo las estrellas y se hacen cosquillas. Pero no, nosotros fuimos de esas que no encajan, que aunque lo intentes no se pueden unir las piezas, de esas que no pueden quererse sin más, porque siempre hay algo en medio. No valía simplemente el amor que sentía por ti, no valía lo que me querías, no valía nada, porque a veces esas cosas pasan, a veces nada es suficiente. 

Me gusta pensar que fuimos felices durante más de un minuto, que no había problemas. Me gusta creer que cada vez que nos veíamos todo era bonito, todo lo gris se despejaba y venían esos colores del atardecer que tanto nos gustaban, lo poco en común que teníamos, pero no era así, nunca fue así. Me encanta la pequeña película que me monto en mi cabeza, en la que tú sonríes a todas horas y yo canto, en la que bailamos juntos al rededor de la mesa redonda de la terraza, esa tan fea que tú no soportas. También hay una escena en la que estamos sentados en el sofá blanco del salón, en ese en el que tú dormías siempre, viendo un álbum de fotografías, en las que sólo salimos tú y yo, sonriendo a más no poder en cada una de ellas. 

Creo que el error fue enamorarme demasiado pronto. Había algo en ti que me cautivó, algo que me cautiva. Pero por desgracia, me enamoré de una persona con la que no encajaba, una persona que no era el polo opuesto, sino el extremo opuesto. Y entonces las cosas cambian, las cosas son diferentes. Antes solía pensar que si te enamorabas de alguien, nada ni nadie podría con ello, pero me equivoqué; nosotros pudimos con ello.

Ojalá hubiésemos tenido una historia de la que hacer un libro, ojalá hubiésemos sido felices juntos. Pero tranquilo, te recordaré como tendría que haber sido, te recordaré como el amor de mi vida, como la persona que me hacía sonreír cada día, como la persona que me sostenía, me sujetaba y me levantaba. Te prometo que en mi mente serás todo lo que imaginamos que íbamos a ser, todo lo que quisimos ser.

Ojalá encontremos la felicidad con otra persona, ojalá esta vez salga bien, ojalá esta vez las gotas de agua permanezcan un poco más, y que la lluvia nos recuerde cómo amar.

—Ale