viernes, 24 de junio de 2016

Mucho más.

Ella era todo actitud, todo porte, elegancia y de buen vocablo. 
Nunca lloraba, nunca estaba triste y el brillo nunca desaparecía de su mirada.
Era todo alegría y determinación.
Nunca callaba, siempre reía o tenía mil anécdotas que contar.
La veías caminar entre ríos de calles, y las recorría sin dejar de mirar hacía delante, con paso firme y una sonrisa de oreja a oreja que le abarcaba toda la cara.
Era todo belleza. Sus ojos oscuros eran capaces de llenar cada vacío en ti, y su boca... Su boca era como una rosa roja bañada en rocío; salvaje y provocadora.
Por las noches la luz de la luna bañaba su melena, y destacaba cada rasgo de su rostro. Brillaba más que todo los astros bailando juntos por la galaxia.
El ritmo de su corazón era tranquilo, suave y su pulso era firme.
Nadie era como ella y ella era como nadie.

Él era todo tristeza, todo timidez, pocas palabras y mirada perdida. 
Nadie sabía si tenía una sonrisa bonita o si su risa era angelical, porque nunca las enseñaba.
Tenía el pelo oscuro, y una nariz pequeña que alineaba perfectamente los contornos de su rostro. No era todo belleza pero si todo misterio.
Miraba siempre a todos lados, como si le preocupara que alguien le estuviese siguiendo, y sin embargo, nunca miraba a los ojos cuando se le hablaba.
Caminaba despacio y arrastrando los pies. 
Era todo cansancio, malestar y soledad.
Estaba perdido y ni él sabía por qué.

Pero cuando se encontraron todo cambió. 

Ella por primera vez se quedó sin palabras y su paso se volvió tembloroso. Él dejó de mirar al suelo y por primera vez no podía apartar su mirada de la de ella.
Él empezó a sonreír. Era extraño verle con esa mueca pero a la vez tan reconfortante...
Ella empezó a sonrojarse y a ponerse nerviosa, algo que jamás la había ocurrido.

Ambos entendieron por primera vez lo que era el amor y lo que es necesitar a alguien. 

Ella era lo que él necesitaba para ser feliz.
Él lo que ella necesitaba para ser real.

Ambos lo eran todo a su manera. Pero juntos... Juntos eran mucho más.

  —Marta.

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